Explore el Mundo de Anomalía 1707
La obsesión de John Wilcox por develar la verdad tras un octaedro volador. Un grupo de exploradores dispuestos a resolver los misterios en la cumbre de la montaña «La Silenciosa» y conseguir tecnología inimaginable. Un grupo de aborígenes habitantes de la cima que se esfumó.
El estructurado y analítico ingeniero eléctrico John Wilcox, se encuentra viviendo un doloroso divorcio y el alejamiento de sus dos hijos. John se refugia entre su trabajo y su departamento. Los fines de semana pasa el tiempo fotografiando el paisaje frente a su ventana. Un domingo en la tarde detecta la presencia de un extraño objeto que se desplazaba a gran velocidad. Tras un análisis minucioso a las imágenes captadas, concluyó que no se hallaba frente a tecnología terrestre.
El singular avistamiento gatilla en John una irrefrenable obsesión por averiguar más. Enfrenta un dilema en su empresa energética con sus socios y compañeros, pues resuelve no informarles acerca del motivo real de la salida a terreno que organizó para investigar su fenómeno.
Así, John con su equipo de expertos emprenden una compleja y riesgosa exploración en la montaña. Los hallazgos realizados son tan asombrosos que los motivan a proseguir con las investigaciones.
En la cabeza de Wilcox crece firme la idea de develar la verdad cueste lo que cueste, con lo que expondrá a más de algún peligro a sus amigos y compañeros en la nueva expedición que, confiados, se sumaron para ayudarlo a descubrir los misterios.
Anomalía 1707 es un thriller de ciencia ficción que sumergirá al lector en una vorágine de acción, suspenso, enigmas y misterios en las alturas.
HECHOS Y SUCESOS
La Historia Tras Anomalía 1707
En la tarde de un domingo de diciembre de 2021, me encontraba sacando fotografías frente a mi ventana. Ese es un hobby que tengo desde siempre. Mi cámara con teleobjetivo apuntaba a distintas zonas de la montaña que se abría frente a mis ojos. En la foto adjunta se puede apreciar la panorámica y ambiente de esos momentos.
Absorto por lograr buenas tomas, con el rabillo del ojo logré visualizar algo que venía a gran velocidad del sur (derecha de la montaña). Ajusto rápidamente el teleobjetivo al máximo y me doy cuenta en ese instante que no se trataba de un avión o ave. Seguí decidido su trayectoria y logré encuadrarlo y disparé. Requerí de unos interminables segundos para que la cámara retomase el control, conseguí enfocarlo nuevamente y disparé. Fueron 4 en total.
La cima de la montaña se encuentra a 11 kilómetros en línea recta desde mi ventana. Por la distancia no fue posible obtener una imagen más nítida que la que les muestro a la derecha ampliada.
Imagen de la montaña, segundos antes del avistamiento.
Secuencia de fotos: el orden es de derecha a izquierda.
Ese día, por fin había conseguido evidencia real de un avistamiento. Así es que analicé la información y detecté que el objeto en la última foto iba a una velocidad fantástica: 960 km/h. El cálculo fue tedioso. Tenía la información original en los metatags que generó la cámara a cada foto. Tenía el tiempo entre fotografías. En el libro doy más detalle de los cálculos, pero aquí les puedo comentar que fue bastante minucioso y preciso, con datos verificables del trayecto recorrido (que era el dato que me faltaba para poder calcular la velocidad en cada tramo).
Bueno, acto seguido me pregunté qué hacía con todos estos hallazgos, así es que fui al sitio web de una entidad gubernamental dedicada a procesar este tipo de casos. Se demoraron meses en contestarme, mucho más de lo habitual. En uno de los diálogos con el analista que procesó mi caso éste concluyó que se trataba de un globo a la deriva, arriba en la montaña. Les argumenté que eso no era posible dado que el objeto iba a más de 900 km/h y que «el viento más rápido registrado en el planeta había sido de 372 km/h, en el Monte Washington en New Hampshire, en los Estados Unidos, en 1934».
No hubo caso de convencerlos. «Vientos de 960 km/h… ¡No puede ser!», me dije. En ese mismo instante decidí crear una historia alrededor de este hecho para compartirla con ustedes. Y vaya que me resultó entretenido el viaje. Me tomé la libertad de ubicar los sucesos en California pues me pareció más llamativo para la narración. Así pude incluir agencias como el FBI, la CIA y la NSA.
¿Qué sucede ahora?
A la falta de una editorial, di con tres editoriales: dos españolas y una chilena. Después de reflexionar un tiempo y analizar pros y contras me decidí por la Editorial Segismundo principalmente por la confianza y cercanía que tenemos con su dueño y director, Juan Carlos Barroux.
Deseo aprender y disfrutar mucho en esta primera experiencia. Creo en eso cuando dicen que lo importante es el viaje, la travesía y las aventuras que se viven en una cruzada. Deseo aprender todo lo que pueda y aportarle a mis lectores lo mejor de mí y mis creaciones.
También deseo llegar a todos quienes les apasionen las historias de acción y suspenso en ciencia ficción, con aventuras, misterios, hipótesis, explicaciones científicas, ah… y el amor y situaciones divertidas y emocionantes.
Les confieso que lloré y reí a morir en varios pasajes mientras escribía esta novela (en realidad me sucede con todo lo que escribo). Espero que la disfruten cuando sea publicada.
Pueden ver el blog en este website para ir compartiendo avances con ustedes y abrir un espacio para recibir sus comentarios, aportes y sugerencias.
Les dejo un gran abrazo. Y si leyeron hasta aquí, les doy infinitas gracias.
Cristian Ocaña