Por Cristian Ocaña | 20-Ene-2025
Cuántos escritores de ciencia ficción (me incluyo) han creado relatos en torno a poderosos ordenadores, inteligencias artificiales hiperevolucionadas, portales dimensionales, androides idénticos al ser humano. Y allí surgen la paranoica HAL-900, de 2001 una Odisea Espacial, de Arthur C. Clarke; VIKI, la desquiciada IA protectora de la humanidad, de Yo, Robot, de Isaac Asimov; “La Puerta de las Estrellas”, por donde la científica del SETI, Ellie Arroway, atraviesa un agujero de gusano en Contacto, de Carl Sagan; o la impresionante Rachael de Sueñan Los Androides con Ovejas Eléctricas (conocida del cine como Blade Runner), de Philip K. Dick.
Todas estas novelas tienen en común un escenario donde las cosas funcionan gracias a un altísimo e inimaginado poder de computación. Los sueños sí se pueden hacer realidad, gracias a la constante cocreación de miles de escritores que, en su afán de visualizar hacia dónde evoluciona la humanidad, han imaginado cientos de miles de posibilidades, aplicaciones, usos, mundos, soluciones, máquinas, inventos, dilemas, universos, multiversos.
Poco o nada podrían haber creado estos maestros de la ciencia ficción si no hubiesen asumido la existencia de este poderío computacional. “Algún día existirá”, decían unos, “¿Y por qué no suponer que sí existe?” La capacidad de imaginar, soñar y transportarse de los escritores ha servido para iluminar el largo y complejo camino de la evolución humana.
“La Máquina del Tiempo”, de H. G. Wells (1895), es el libro más influyente y conocido sobre viajes en el tiempo. Y para ser justos, “Nueva Atlántida”, de Francis Bacon (1627), sería el más antiguo. Allí, Bacon describe una sociedad utópica donde se utiliza una máquina para viajar a través del tiempo. ¿Acaso no sería viajar en el tiempo el adentrarse en el universo por un agujero de gusano o puente Einstein-Rosen, o a velocidad Warp?
En fin, los escritores con sus grandiosos y deleitantes relatos nos brindan un mundo de infinitas posibilidades, aplicando sus conocimientos, idealizaciones, ensoñaciones, imaginación, con una mezcla de fantasía, magia y misticismo. Gracias señoras y señores escritores del mundo por ayudarnos a visualizar los caminos de la evolución.
Ah, y sobre Willow: es muy probable que la idea o desafío planteado en algún minuto en la vida de alguien, se hubiese incubado en la mente de los genios del equipo de creadores de Google gracias a la influencia o inspiración en algún escrito de los grandes de la ciencia ficción. ¿Quién habrá sido? ¿Asimov, Ursula Le Guin, Philip K. Dick, Octavia Butler, H. G. Wells, Ray Bradbury, Lois McMaster, Frank Herbert, N. K. Jemisin (la lista es gigantesca)? A mí, me encantaría saberlo. ¿Y a ti?