Vulnerabilidad: Parasitosis Legal

por Cristian Ocaña | 08-Mar-2025

Varias personas me abordaron en relación a mi reciente opinión, “La Vulnerabilidad CL25F”. Todos me preguntaban sobre qué haría yo para resolver la situación planteada.

Para ser sincero, cuando me referí a la Crisis de Vulnerabilidad en la que estamos inmersos desde hace años, tenía ya un par de cosas en la cabeza.

Un punto tiene que ver con nosotros las personas, los ciudadanos, los contribuyentes, los usuarios de servicios públicos, los clientes bancarios, los estudiantes, los niños, los jóvenes, los adultos, los mayores. ¿Tenemos capacidades y competencias para defendernos de la ciberdelincuencia por nosotros mismos?

Quiero poner algunos números antes para plantear mi respuesta. Según un estudio de la OCDE, un 48% de los chilenos no entiende lo que lee. Es decir, su comprensión lectora es nula. Casi la mitad del país no entiende un texto cuando lo lee. Y, por otro lado, sólo el 2% entiende bien lo que lee.

Y otro dato relevante: la mayoría de las advertencias y alertas que envían las organizaciones como mecanismos de prevención, ¡son escritas! ¿No es esto contradictorio? Recuerdan también cuando se dice que la ley publicada se entiende por conocida. Pero, por Dios, ¡si el 85%1 de las personas apenas comprende o no entiende lo que lee!

Y 4 de cada 5 niños en Latinoamérica y el Caribe no comprenden un texto simple, según un informe conjunto del Banco Mundial y Unicef.

Las repercusiones de esta situación son dramáticas. O sea, los impactos ya se han sentido desde hace más de 30 años. En términos simples el modelo de desarrollo en la Región se sustenta en el uso significativo de capital y trabajo. Los economistas saben que los países no crecen bajo esta fórmula que genera una alta concentración de capital humano especializado en tareas operativas y rutinarias que no demandan una formación académica avanzada.

Esto es lo que el modelo educativo tiende a generar con las políticas públicas de los últimos 50 años: personas para desempeñar tareas simplonas. ¿Cuánto mueve la aguja en el país el aporte del talento en la generación de negocios de alta sofisticación? La respuesta es simple: Nada. O para ser justos, casi nada. Es más importante para el establishment seguir con los mismos negocios de hace 20, 30, 40 o 50 años porque ellos se encuentran en su zona de confort.

Cuando tienes acceso a mano de obra barata (porque su formación está para realizar tareas operativas y rutinarias), obviamente los costos son más bajos. Cuando llegan a representar el 70% de los costos operativos, obviamente conviene tener personas más baratas. Es el mismo criterio que aplican los países del primer mundo con Latinoamérica. Esta Región es la fuente principal de disminución de costos para “hacer rentables” los negocios del primer mundo.

Si esto no fuese así, o sea si Latinoamérica sube el nivel de su capital humano, entonces aumentarían los costos laborales y las empresas del G8 se verían obligadas a aumentar los salarios y beneficios para atraer y retener a trabajadores locales. Además, se produciría una pérdida de competitividad pues tendrían dificultades para mantener los precios bajos y la calidad alta. Y qué decir del impacto en la cadena de suministros, donde la mano de obra barata sería más escasa… y todos saben que, ante la escasez de algo, ese algo sube inmediatamente de precio.

Dicho esto, al establishment no le conviene un país o una Región más culta. Nadie lo dice, todos reclaman ante ello, pero es la verdad.

¿Qué hacer, se preguntarán? No tengo la respuesta, pero intuyo que seguir como estamos es una sentencia de muerte para quienes estamos en este juego. Seguir como borregos a gobiernos que prometen y prometen y luego te traicionan, y luego, vuelven a prometer y prometer, y te vuelven a traicionar, significa que algo malo está en nosotros, en la comunidad, en el pueblo, en cómo enfrentamos la vida.

¿Acaso tenemos miedo? ¡Miedo a qué! ¿Miedo a dejar de sustentar un modelo ideal para que algunos se vuelvan ricos a costa de los pulmones de otros? ¿Miedo a que no nos protejan? ¡Pero si no nos protegen! ¡Acaso no lo ven! Miren el blackout del 25F, vean cómo vuelven a elegir a presidentes que han estado convictos y condenados por corrupción y lavado de dinero, siguen sosteniendo a dictadores que se han tomado el poder y lo han transferido por décadas.

¿Qué queda de todo esto? Quedan los despojos de sociedades diezmadas y vulneradas, incultas a más no poder y cuyo único camino es la delincuencia para sobrevivir, personas como ustedes o como yo que han sido traicionadas por quienes juraron cuidarlas y honrarlas. ¿Se han preguntado de dónde viene la violencia, el narcotráfico, el crimen organizado y por qué ha crecido tanto en los últimos 20 años?

El modelo de permisividad tras los gobiernos que quieren sostener la perpetuidad de una clase parásita, que vive a costa del pueblo, pretende asegurar los votos cada vez dándole a las personas mendrugos a través de miserables bonos, canastas familiares, perdonazos a discreción para los que no tienen oportunidades. ¿Y los que siguen trabajando y que se quiebran el lomo a diario? ¿Qué ganan? Ni siquiera lo mínimo de seguridad y protección, no tienen beneficios más que el “honor” de seguir sirviendo al modelo “vampiresco” que les extrae toda la energía y dinero que puede.

Lo más trágico de todo esto es que es tanta la ignorancia de quienes pretenden permanecer en este modelo parasitario, es que no han comprendido que pronto se acabará pues la mayoría de los países de la Región han dejado atrás la Investigación y Desarrollo y la Innovación que son las únicas herramientas para el verdadero bienestar y quebrar la curva de la mediocridad.

El modelo basado en factores primarios de producción, o sea sólo con el uso significativo de capital humano y trabajo, aplicado ampliamente en la Región, genera alta concentración de capital humano especializado. Y los expertos saben (y lo repiten como un mantra a cada nuevo gobierno que llega) que es imposible generar más riqueza en una economía y lograr el bienestar pleno.

Entonces, ¿por qué se siguen sosteniendo modelos educativos que insisten en la misma estrategia de comprensión lectora y entendimiento de las matemáticas? Si saben los gobiernos esta información desde hace decenas de años, y sumo a políticos, parlamentarios, empresarios y al mundo ilustrado e influyente, ¿por qué no se corrige? No es que no sepan cómo hacerlo, todo indica que no quieren y no conviene hacerlo. Se vendría abajo el confortable modelo parasitario.

¡Despertemos! «Pero, ¿qué puedo hacer yo si no tengo la más mínima influencia ni posibilidad de ayudar?», se podría preguntar cualquiera de nosotros. Lo primero para sanarnos de un mal que nos aqueja desde siempre es reconocerlo y aceptarlo que existe. Esto es lo esencial. Lo segundo, y tan importante como lo anterior, es recordar el dicho “La Unión Hace la Fuerza”, como decía mi padre. Actuemos como lo hace un antiparasitario: impidamos que obtengan la energía necesaria para vivir, así mueren y son expulsados del sistema.

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1: Según OCDE-PISA, el 25% de los chilenos se encuentra bajo el Nivel 1, 28% está en el Nivel 1, 30% en el Nivel 2, 14% en el Nivel 3 y 2% en el Nivel 4 y superior.

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