El Efecto Oppenheimer (Parte 2)

Por: Cristian Ocaña
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Angus Miller merodeaba por las afueras de las oficinas del doctor Strauss, mientras adentro los paramédicos trataban en vano de aplicarle primeros auxilios. Ante los ojos atónitos de Sally, Zacharias dio su último aliento y falleció.

Al sollozo de Sally entró Angus para consolarla. Lo abrazó sin importar quién era, sólo quería ser contenida porque la partida de su mentor dejó un vacío en ella. Al estar unos segundos en contacto con Angus, sintió un frío penetrante en el pacho. Ello le provocó una reacción de temor y rechazo. Optó por alejarse disimuladamente con una leve sonrisa de agradecimiento.

Se fue a la sala de reuniones para aquietarse y volver a su punto de equilibrio. El doctor Strauss le había dicho algo relevante para la investigación y debía tratar de entenderlo lo antes posible. En eso, golpeó la puerta uno de los paramédicos y conversaron respecto de lo sucedido.

—Señorita Brown, le debo contar que el doctor Strauss falleció por intervención de terceros.

—¿Cómo? —dijo exaltada—. ¿Entonces, lo asesinaron?

—Todo indica eso y por ello hemos alertado a la policía para que tome control. El FBI ya se encuentra en el edificio. Al parecer este señor era importante.

—Sí, realizábamos una investigación importante, que no le puedo dar ningún indicio por motivos de confidencialidad.

—Entiendo. No se preocupe, estamos acostumbrados a este tipo de situaciones.

—Cuénteme, off the record, ¿de qué murió el doctor Strauss?

—Sufrió un infarto cardio-respiratorio. Encontré una marca de aguja detrás de su oreja. Por allí debieron haberle suministrado el mortal fármaco.

Sally omitió cualquier comentario con el paramédico (y con cualquiera) para mantener en secreto la conversación que tuvo con el doctor antes de que falleciese. Sintió un escalofrío que le recordó el abrazo con Angus.

Ambos se despidieron y Sally volvió al lugar para recibir a la policía y al FBI. Ahora, ella quedaría a cargo de las investigaciones y, además, responsable del laboratorio, según las indicaciones expresas que dejó Zacharias Strauss.

En los días siguientes, las investigaciones se volvieron estériles. Las grabaciones de las cámaras de seguridad no arrojaron resultados pues no aparecían los momentos importantes del homicidio: fueron alteradas con otras imágenes que no correspondían a la realidad.

En la autopsia del doctor Strauss se encontraron rastros de Demerol, responsable del cuadro que le provocó el paro cardíaco. El informe forense fue claro en la causa y el ataque: “El doctor Strauss presenta marcas en la zona de su garganta y muestras de fricción en el lado derecho de su cuello. Probablemente, su atacante lo tomó por la espalda y con el brazo izquierdo lo paralizó y dejó inmóvil. De esta manera pudo realizar la inyección con la mano derecha en su oreja del mismo lado. La maniobra fue rápida y precisa. Es probable que haya sido ejecutada por un profesional”.

A pesar de las investigaciones del FBI, pasaron semanas y luego meses sin arrojar resultados sobre lo sucedido. Lo que tratasen de llevar a cabo, encontraba mil y un obstáculos. Alguien muy bien ubicado en las altas esferas se encargaba de eliminar cualquier rastro o conexión con Angus y Kalypto. Con el paso del tiempo, el caso fue quedando abandonado por falta de evidencia.

En el intertanto, Sally Brown prosiguió las investigaciones una vez que la NASA lo autorizó. Antes, ella tuvo que realizar una presentación sobre los avances y el efecto que la muerte del doctor Strauss tendría sobre el proyecto.

—Ya no contamos con ningún doctor Strauss —dijo el director a cargo de las investigaciones interdimensionales del centro de la NASA en Ames.

—Estoy consciente de ello —replicó Sally—. Y es por esta razón que el doctor Strauss, Zacharias, me preparó para tomar el mando. Como pudieron ver en mi exposición, con nuestro equipo somos capaces de continuar y avanzar.

—Lo entendemos perfectamente. Sin embargo, por resolución del consejo general, usted y su equipo estarán sometidos a una evaluación especial. Por ese motivo, integrará su equipo el doctor John Schneider, que creo usted ya conoce.

Eso era efectivo. Con Sally se conocían desde la universidad y ambos decidieron en su momento no relacionarse emocionalmente para no afectar sus carreras. Sin embargo, el corazón de Sally se sobresaltó.

El doctor Schneider contaba con el máximo respeto y confianza de la NASA. Era un extraordinario y talentoso investigador, reconocido internacionalmente. En esta ocasión sólo actuaría como observador del proceso que conduciría Sally junto a su equipo.

—Perfecto, no tendremos ningún problema con el doctor Schneider y cuenten con toda nuestra colaboración para que él pueda desempeñar bien su labor.

—Muchas gracias doctora Brown. Esa es la actitud que en NASA nos hace ser como somos.

Al llegar a su oficina, Sally se encontró con John esperándola a un costado, sentado en una silla revisando una Tablet. Se sorprendió cuando Sally se puso al frente.

—Sally ¡Qué gusto verte! —dijo con una sonrisa lo más contenida posible, evitando ser demasiado evidente con la alegría de volver a encontrarla.

—John, lo mismo digo —su emoción era similar, salvo que tenía una doble razón para estar más feliz que él: el proyecto podía seguir avanzando con tranquilidad.

La confianza mutua que sentían Sally y John pronosticaba una fluida relación para continuar con las instrucciones que le confidenció su mentor. Se dejaron de ver unos años, pero Sally conocía bien el interior del alma bondadosa, sincera y amable de John. El sentimiento era recíproco.

De todas maneras, la cautela era un elemento fundamental para cualquier movimiento que ella tuviese que dar. Sabía que el asesino del doctor Strauss seguía merodeando y no podía encontrarse sola en ningún momento y así evitar ser sorprendida y atacada.

Con el pasar de los días, Sally pudo comprobar en diferentes ocasiones que John seguía siendo el mismo que conocía. Cada vez le iba entregando más y más información respecto de la evolución del experimento.

Sally seguía poniendo a prueba a John. Debía encontrar el momento perfecto para confesarle, junto a su equipo, de las experiencias que tuvieron con la Tierra Strauss.

Casualmente, Angus ya no participaba de esas pruebas, por lo que estaba al margen de qué sucedía exactamente. Sally le encomendó otras tareas para apoyar a Kate Wilson, la eximia lingüista que decodificó el idioma de la Tierra del otro universo.

Angus andaba tan presionado por Kalypto para que se reintegrara al equipo de las misiones a Tierra Strauss que solicitó audiencia con ellos para plantear la situación. De manera extraordinaria tuvo su encuentro con un misterioso personaje que sólo era conocido por Dan.

—Dime Angus, qué es lo tan importante que tienes que decirnos para importunarnos con tu inoperancia.

—La verdad es que tengo las puertas cerradas para acceder a las pruebas del contacto con Tierra Strauss. Me asignaron con la lingüista y debo apoyarla debido a mi experiencia.

—Ya veo. Mañana te daré la solución. Te contactaremos.

Y al decir esto, desapareció sin esperar respuesta alguna tras una puerta de salida a la que Angus no pudo acceder.

Al día siguiente, Angus después de su ducha y de vestirse, divisó tras de sí la figura de quien le había entregado la jeringa para liquidar al doctor Strauss. Se tranquilizó y lo saludó. Al ponerse su chaqueta el hombre corpulento le enrolló al cuello una fina cuerda. Y mientras lo estrangulaba le susurró unas palabras.

—Dan dice que ya encontró la solución.

A los pocos segundos, Angus yacía muerto. Y sin rastro alguno de su perpetrador.

La noticia circuló con precaución dentro de la NASA. Sólo Sally y John se enteraron. Para los demás, Angus se ausentaría por un largo tiempo debido a un problema familiar.

Esa misma semana, el viernes, Kate Wilson salió al encuentro de Sally, quien venía siempre acompañada de John. Eran inseparables. Ya con dos asesinatos, para ella no era conveniente andar sola.

—Sally, aquí tengo un mensaje que rompe las fronteras del entendimiento y comprensión tradicional que tenemos aquí.

—Pasemos a la oficina del doctor Strauss —dijo Sally.

John y Kate intercambiaron miradas disimuladas algo extrañados. Sally aún no podía dejar atrás el recuerdo de su mentor. Era entendible. No le dieron mayor importancia.

—Para que entendamos este último comunicado de Tierra Strauss, debemos proyectar nuestra capacidad en cinco dimensiones. Agregaremos el tiempo y un estado que llamaré estado vibratorio.

—¿Podríamos asociarlo con lo espiritual? —consultó Sally.

—Sí, exacto —dijo sonriente Kate—. ¡Qué bueno que lo entendiste rápido! Ahora viene lo complejo de esto.

Bebió un sorbo de agua e inspiró hondo para aquietarse un poco. Se encontraba bastante nerviosa por lo que debía contarles.

—Imagínense que lo que estoy diciendo lo representamos en un plano tridimensional para equiparar con nuestro mundo aquí. Ahora, si le agregamos una cuarta dimensión, el tiempo a este cubo podríamos poner varios de estos uno a continuación del otro. Digamos unos 100 de estos.

—¿Tantos? —dijo curioso John—. ¿Por qué esa cantidad?

—Porque los mensajes además contienen imágenes.

—¿Cómo que imágenes? —dijo con sorpresa Sally.

—Sí, como si estuviésemos en una videollamada y por cada asunto específico se abre un video explicativo sin que se cambie la pantalla, sólo llega a tu mente esa imagen sin que pierdas de vista el momento actual. Y así durante toda la conversación ¿comprenden?

Ambos asintieron y se miraron un tanto intranquilos. Kate aun no podía decirles lo que contenía el mensaje sin esta explicación.

—Bueno, y ahora, para complicarlo aún más, agreguemos otra dimensión. La espiritual como la llamó Sally. De esta forma cada cubo, parte de un conjunto único de múltiples cubos, estarían rotando en un eje individual en múltiples direcciones. El mensaje único también tendría su propio movimiento que envolvería al resto de los cubos que ya se están moviendo por su parte.

Kate los volvió a mirar para confirmar que la seguían. Los dos investigadores movieron de forma muda sus cabezas. Ya estaban en condiciones para intentar comprender el mensaje.

—Bien. Como ya domino este lenguaje el mensaje lo recibí e interpreté tal y como les estoy narrando. Era corto, si de bits y bytes se tratase. Sin embargo, agregándole estas otras dos dimensiones, es un mensaje multimedial de 10 minutos. Estoy en condiciones de resumirles en pocas palabras su contenido.

Kate se quedó esperando la confirmación de Sally para continuar.

—No me van a creer pero los remitentes del mensaje son los doctores Oppenheimer y los Strauss.

Una exclamación brotó fuerte de Sally junto a varias lágrimas. Su mentor y el padre de él ¿Cómo podía ser? Era irracional. Aunque no tanto tratándose del multiverso.

—El doctor Oppenheimer dijo que luego de morir en la Tierra, proseguimos por una ruta hacia la perfección del ser. Tierra Strauss es una de las tantas estaciones en ese camino. En ese punto, los tres investigadores tienen una misión que completar.

—¿Qué más venía en el mensaje, Kate? —consultó Sally tratando de mantenerse cuerda ante tamaña noticia.

—Sí, sigo. Lo otro es sobre el puente que hemos abierto con Tierra Strauss. Debemos cerrarlo cuanto antes. No deberíamos conectarnos con estas estaciones. Sí con otros mundos, pero no con estos que son parte de la ruta del crecimiento del alma.

En realidad, los seres humanos son como niños que exploran un bosque y que sin querer van provocando incidentes que, aparentemente, no tienen consecuencias. En este caso se producirían ciertas catástrofes que podrían constar demasiado caras para mantener el equilibrio universal.

—Entonces, Tierra Strauss cerrará la compuerta por su lado una vez que respondamos su mensaje. Es decir, quedaríamos mirando prácticamente al limbo. Su tecnología es muchísimo más avanzada que la nuestra.

Sally miró intrigada a John, como desalentada, y a la vez animada por lo de hallar otros mundos. Pero ¿cómo lo harían? Era como buscar una aguja en un millón de pajares.

—Comprendo la frustración que esta situación genera. Sin embargo, antes de cerrar la puerta podríamos enviar algunas preguntas, aunque sean un tanto primitivas para ese mundo.

—Eso sería prudente —dijo John—. Es más, antes que se corte, debiésemos organizar un encuentro con el equipo directivo de NASA y plantearles el desafío que tenemos en las próximas hora.

Ambas asintieron con una sonrisa. Sally tomó la iniciativa y convocó a una reunión urgente. Logró un encuentro para 45 minutos más.

Ya en la reunión, Sally no podía dar con John. No lo veía por ninguna parte. “Seguramente pasó al baño a asearse antes de entrar”, pensó.

Llegó todo el equipo directivo y Sally no le quedó más que comenzar, acompañada por Kate Wilson, quien procedió con una explicación más simplificada del mensaje.

Estuvieron discutiendo sobre los pasos que tomarían y acordaron generar un conjunto de preguntas que tenían relación con dónde poder buscar la aguja.

Todos preguntaron por John Schneider. Nunca llegó.

Al volver ambas al laboratorio, apareció Elizabeth García, a cargo de la activación portal. Llegó visiblemente conmocionada y trastabillando. Su frente sangraba.

—Sally, perdona. No pude detenerlo. No pude. Me hizo activarlo y pasó con un contingente armado.

Sally no entendía nada. Le pidió calma a la guardiana del portal quien sollozaba incontrolada. La hizo por unos segundos respirar para relajarse.

—Inspira hondo… retén. Y ahora, exhala.

Al verla más quieta, retomó la conversación.

—Fue John Schneider, Sally. Me obligó a abrir el portal hacia Tierra Strauss y pasó junto a diez soldados fuertemente armados.

—Pero, cómo. No habrían soportado el cambio de ambiente.

—Iban con trajes especiales. No sé de dónde los sacaron.

Kate tomó por el hombro a Sally y la apartó de Elizabeth.

—Creo que debemos enviar un mensaje urgente advirtiéndoles ¿estás de acuerdo?

—Sí, por favor. Hazlo de inmediato. Esperemos que no sea tarde.

Kate procedió con el envío de la advertencia y esperaron por unos interminables minutos. Mientras, Sally comunicaría lo sucedido al equipo directivo de NASA.

Estaba ya entrando en la desesperación cuando el sistema de comunicaciones emitió una señal de arribo de la esperada respuesta. Kate procedió a interpretarla.

Luego de unos minutos, Kate miró a Sally y se sonrió.

—Está todo controlado, Sally. Es el doctor Zacharias Strauss. Dice que el grupo fue controlado apenas llegaron. Incluso, dice que están interrogando con quien lo asesinó para obtener más antecedentes de quién está detrás de toda esta orquestación. Debemos quedarnos tranquilos.

Sally la mira sorprendida y desilusionada a la vez. John la había traicionado, pero su mentor y el resto del equipo en Tierra Strauss los salvaron.

—¿Y hay algo más, Kate? —consultó curiosa.

—Sí. Dicen que retomemos la última parte de las comunicaciones antes de cortar el puente. El doctor Oppenheimer solicita que les enviemos las preguntas, pero igual él envió las respuestas, porque cree saber lo que le íbamos a consultar. Lo dice con tal humildad y respeto que me abruma. Si te pudiese contar más Sally de la profundidad de este mensaje estarías tan impactada como yo.

—Sí, creo que deberé aprender pronto el lenguaje de Tierra Strauss. Percibo que este fantástico regalo será lo único que heredaremos de esa estación de la creación.

—Estoy de acuerdo. Yo te enseñaré y verás el bien que traerá a nuestro mundo ampliar nuestros horizontes en la comprensión.

—Y eso que sólo alcanzamos a percibir una parte de la grandeza de ese mundo. Imagínate lo que encontraremos más adelante.

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