Reflexiones de un día cualquiera aquí en la Tierra

Por Cristian Ocaña | 15-Dic-2024

Advierto que esta columna no es un análisis político, económico o social. Ni mucho menos es una queja. He reflexionado sobre lo sucede con nuestro mundo, para dónde vamos y por qué estamos como estamos.

Con mayor frecuencia escucho la frase “tiempos pasados fueron mejores”. Sin embargo, esta vez decidí no asentir con ella de forma autómata y cómplice. Le di una vuelta al trasfondo de esa eterna muletilla. Parece una mirada nostálgica a lo que ya fue, donde se añora e idealiza lo conocido con conformismo. En fin, la frase es un triste llamado a permanecer detenidos y encerrados en una burbuja de confortabilidad que brinda una supuesta atmósfera conocida, segura, predecible y acogedora.

Lo que nos diferencia a los seres humanos del resto de las especies es nuestra capacidad de evolucionar y querer transformarnos en algo mejor. Ello lo creo con firmeza y se avala en la historia de la humanidad. En estos momentos, y cada vez más, me cuesta visualizar valores “sencillos” como amor, compasión, lealtad, honestidad, responsabilidad, respeto, integridad, humildad, tolerancia, amistad, fe, esperanza, entre muchos más.

Si listamos los anti-valores o acciones que atentan contra el buen desarrollo de la humanidad, aparecen de inmediato codicia, corrupción, egoísmo, venganza, robo, estafa, saqueo, asesinato, violencia, mentira, injusticia, deshonestidad, crueldad, apatía, envidia, odio, racismo, intolerancia, y un largo etcétera.

El listado es gigantesco, y lo más grave de todo es que, al escuchar o leer cualquier noticia, siempre varios de estos anti-valores encabezan el motivador central del relato.

Por eso me desafié a encontrar lo contrario a diario, dejando de lado hechos aislados como la Teletón, el anuncio de un bono de ayuda del gobierno o la devolución de dineros tras un dictamen de la Justicia ante un hecho de colusión de empresas.

Me di cuenta de lo deplorable y ensombrecedor del panorama. Muchos jóvenes han decidido cerrar la cortina en sus países y emigrar en búsqueda de una nueva vida y oportunidades a otros continentes. Quienes permanecemos afrontamos una cruda realidad donde un grupo insiste en querer llegar a perpetuarse en el poder para vivir cómodamente del esfuerzo sufrido del pueblo —y lo digo con todas sus letras—. En cambio, otro grupo sólo anhela subsistir y sobrevivir un día más pues no tienen más aspiraciones porque sus oportunidades se les limitaron antes de nacer. Luego, (y listo los grupos sin un orden preestablecido) viene un grupo con los empresarios que contribuyen al desarrollo de un país proveyendo bienes y servicios. Aquí los divido en dos subgrupos: los honestos y los deshonestos. No ahondaré en mayores explicaciones porque sabemos de qué se trata.

Luego, existe el grupo de los esforzados y soñadores, quienes se quiebran el lomo trabajando a diario por lograr un estatus de vida digno y tranquilizador para sus familias. Ellos viven en la ilusión constante de tener un golpe de fortuna. De seguro me faltarán grupos para caracterizar la sociedad, pero estos son los que más me han hecho reflexionar. El grupo de los encargados de impartir justica que, sin duda, varios tienen la motivación de hacer lo correcto pero son sobrepasados por los corruptos, quienes se coercionan con los grupos de poder y empresarial para su propio fin colectivo egoísta e inmoral. Y tengo a un último grupo (este sí que lo puse al final de la escala evolutiva de forma consciente), el grupo de los ruines, la podredumbre de la sociedad, los despiadados, viles y crueles ladrones, asesinos, narcos, delincuentes, mafiosos, criminales, crimen organizado, violadores, pederastas, etc. que nada le aportan a la sociedad y que, por el contrario, son un gran lastre que todos debemos cargar y sufrir de los efectos colaterales de su quehacer.

Existe un metagrupo, que es transversal, integrado por varios de los integrantes de los grupos anteriores: el grupo de las redes sociales. Al principio lo vi como una notable iniciativa que cambiaría al mundo. Y así fue. Lo que resultó lo veo con temor y tristeza. Más que conectarse las personas, se desconectan y el ser humano se aísla de manera natural con este virus. Las personas se vuelven zombies digitales, cada vez más incultos y con mínima capacidad de raciocinio y análisis de lo que pasa frente a sus ojos. El mundo donde son sumergidos genera seres indolentes, aislados, perezosos, simplistas, ególatras, obesos, irresponsables, y otro largo etcétera. Actúan como corderos en un matadero, pues no se han dado cuenta que se dirigen a un oscuro abismo.

Bien, creo que he nombrado los principales actores que más influyen en mi reflexión. Me he hecho preguntas, como muchos varios. Y al intentar responderlas he llegado a ciertas conclusiones, no sé si lamentables o esperanzadoras. Creo que el tiempo lo dirá y dependerá de cómo quiera tomárselo cada uno.

En la reflexión se me aparece el grandioso grupo de los creadores, soñadores, escritores, cineastas, innovadores, científicos e investigadores y emprendedores, y me refiero a quienes desean contribuir en mover la aguja del planeta con su aporte talentoso y vibrante. En fin, en este grupo están los hacedores de mundos, quienes con su afán, compromiso, decisión, hacen lo que más pueden por salvar el planeta del calentamiento global, de las injusticias, de la corrupción, de los que quieren llegar a Marte y luego por Alfa Centauri, de quienes desean mejorar el ADN para salvar vidas, en fin. Muchos de los valores gentiles y nobles de la humanidad se concentran y reflejan en este grupo.

Cuando surge en mi mente este grupo se conecta de inmediato con una sensación de esperanza en mi corazón y me lleva a pensar que todo pasa por algo.

Si bien es desafiante evolucionar desde la confortabilidad es casi imposible, los grandes saltos de la humanidad se han dado en momentos de las mayores crisis. Incluso nosotros mismos evolucionamos ante un conflicto o drama laboral, familiar, espiritual o de salud.

Hoy enfrentamos una gran crisis local y global. Es importante ser conscientes de ello. El crimen organizado y el narcotráfico se han apoderado y contaminado de gran parte de nuestra sociedad. La corrupción gubernamental, política, judicial, empresarial, social nos afecta en cada momento empobreciendo cada día más a los países que deben resguardar y proteger.

En países como Chile su matriz de exportaciones continúa apegada a la obsoleta estrategia de las materias primas. Se sigue extrayendo de la tierra y el mar prácticamente lo mismo desde hace treinta años y más. Son las mismas frutas, maderas, peces, minerales. No hay exportación de conocimiento, ni de investigación y desarrollo que compita con la realidad de hace cinco, diez, veinte o treinta años atrás. Cada vez que se quiere poner una gran empresa tecnológica, termina huyendo de las hienas y depredadores locales. La aguja del país no se mueve. O si se mueve, lo hace en la dirección incorrecta.

Comparto la teoría que manifiesta que la corrupción y la decadencia preceden al renacimiento de una sociedad, una nación, un continente o de un planeta. Parece que fuese un mal necesario para evolucionar. Parece que así funciona la vida o el orden de las cosas.

Yo me pregunto hasta dónde seguiremos decayendo y cuán cerca o lejos estaremos del punto de inflexión. Y me sigo cuestionando las posiciones que seguirán adoptando los grupos de ilustres pseudodefensores del pueblo en este juego. No quiero perder la fe en la humanidad, y ruego por ver llegar ese día antes de morir. Me encantaría morir escribiendo otra columna sobre las buenas noticias para la Tierra. Ojalá no cierre mi propio capítulo escribiendo sobre la huida del ser humano a Marte porque dejamos a la Tierra en un estado tan inhóspito para la vida humana que vamos ahora a diezmar otro mundo.

¿Qué haré yo, se preguntarán? Yo continuaré del lado del grupo de los apasionados por el planeta, por la vida, la paz, el amor, el respeto, la sana convivencia, etc., poniendo todo mi corazón y mis talentos de manera constructiva en este prioritario e impostergable propósito. Así, creo que es posible entusiasmar a más personas para ser parte de esta comunidad de progreso.

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2 respuestas

  1. Buena reflexión Cristian, uno puede hacer algo por mejorar la situación principalmente mediante el ejemplo, esto pone el énfasis en como somos nosotros mismos y como reaccionamos a los distintos eventos de la vida. No hay que subestimar el impacto que pequeñas acciones conscientes tienen sobre nuestro entorno. Al final todo apunta a desarrollar consciencia en medio de un mundo altamente materialista y egoísta. Dedicarse a eso porque lo demás viene por añadidura. Si hubiera una masa crítica de seres conscientes y responsables en este planeta sin duda la situación actual podría revertirse. Eso significa también ser capaz de disfrutar la vida pero conociendo los límites, más allá de los cuales todo placer se convierte en dolor. En los evangelios apócrifos de Santo Tomás lo dice de esta manera: Si hallas lo que está dentro de ti, lo que está dentro de ti te salvará, pero si no hallas lo que está dentro de ti, lo que está dentro de ti te destruirá . Abrazo

  2. Cristian, buena reflexion sobre como está la sociedad, lamentablemente en decadencia, donde a nadie le importa lo que le pase al otro, si no le afecta, no hay solidaridad, no hay respeto, no hay valores, no hay moral, todo es transable por estos nuevos progres… eso tiene corrompido a la sociedad occidental y terminará mal, si no hay un vuelco…

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