Por: Cristian Ocaña
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Mor Aldor, el comandante en jefe del cuadrante Terrum-666, quedó a cargo de supervisar el trabajo que realizarían los Emisarios de la Orden de Universal de Galaxias junto a los representantes de la Tierra, en el edificio de las Naciones Unidas, en el barrio de Turtle Bay de Manhattan, en New York.
Para lograr éxito pleno en su misión, era necesario realizar un ajuste preliminar en el equipo terrícola para nivelar las conversaciones y el entendimiento. Esta actividad era simple, dependiendo de la evolución cerebral. Cada neurona del evolucionado equipo de Emisarios se conectaba con 100.000 neuronas más. En cambio, las neuronas de un ser humano llegaban a las 1.000. La enorme diferencia entre los cuatrillones de conexiones de los Emisarios y los trillones de los terrestres residía en el lenguaje que utilizaban.
Gracias al lenguaje que utilizaron en los mundos pertenecientes a la Orden, sustituyendo el suyo original, lograron avances sorprendentes en cuestión de pocos años. En la Tierra los japoneses eran los únicos habitantes que utilizaban ambos hemisferios cerebrales de manera independiente, el lado izquierdo para el lenguaje y el derecho para el pensamiento abstracto. El cerebro de un humano japonés es exactamente igual comparado con el de un occidental de Francia, Canadá o México. Sin embargo, influenciado por el lenguaje japonés, desarrollaron un “software cerebral” especial que los hizo más eficientes y aptos para trabajar en grupo, a diferencia de las marcadas características individualistas y competitivas de los occidentales.
En fin, el ajuste inicial por parte de la Orden consistía en introducir algunos “programas” en el cerebro que acelerarían cierto tipo de comprensiones y valoraciones del trabajo en equipo. Esto sería fundamental pues la Orden solicitó 10 integrantes que representaran a la Tierra y estuviesen validados por los 193 estados soberanos, miembros de las Naciones Unidas. La selección no sería por ser superpotencia mundial, poseer los principales yacimientos de petróleo o disponer del arsenal nuclear para forzar las decisiones.
De hecho, sin que se diesen cuenta, las más de 20.000 ojivas nucleares y el arsenal atómico fueron trasladados en un acto sin igual en la historia a una dimensión desconocida que los contendría. De esta forma, el poder de negociación de los 9 países, ex dueños de este poderío bélico, ya no tendría elementos disuasivos y persuasivos para presionar indebidamente al momento de deliberar y votar por los seleccionados finales.
La discusión en la sala plenaria, ahora sin estas “herramientas de negociación”, cambió el rumbo de las decisiones y sobre todo cuando los países emergentes y tercermundistas sintieron el respaldo de las personas y de la Orden. Todos tenían claridad de que debían jugar bien sus cartas. Varios esperaban lograr un puesto en este reajuste universal. Otros, asegurar votos para una futura elección dada su participación en el comité de representantes. Los más ilusos pretendían perpetuarse en el poder por varios períodos más en sus respectivos países gracias a su supuesto “acto heroico”, desinteresado, lleno de nobleza y generosidad sin igual.
En fin, nada de lo anterior que se imaginaban ocurriría. El orden y las estructuras de lo predeterminado cambiarían por uno nuevo. Ello se gestaría gracias al aprendizaje global del nuevo lenguaje. Y es allí donde entraría en acción Ten Akos, el sabio maestro que llegó mentalmente a más de mil millones de personas simultáneamente la vez en que se apareció Serta Mei ante la Asamblea General. Sabía que su labor sería ardua, pero a él le fascinaba.
—Este mundo es el menos evolucionado con el que, hasta ahora, me ha tocado lidiar —le decía al asesor Toh Miras, con una voz de regocijo por el desafío que tenía ante sí.
—Va a tener bastante que hacer, maestro —respondió—. Usted sabe que yo organizaré lo que necesite para gestionar lo mejor posible la red de comunicaciones Internet para que sus enseñanzas tengan el máximo de cobertura posible.
—Gracias, asesor Miras. Siempre sé que puedo contar con su valiosa ayuda. En esta ocasión la red Internet tiene demasiadas limitaciones de cobertura. No llega al 70% de la población, que es el mínimo que requerimos para lograr una buena inducción inicial de forma que entre ellos mismos puedan retransmitir a sus familiares los aprendizajes.
—Sí, nos dimos cuenta cuando llegamos con el comandante Aldor. De hecho, las comunicaciones no están consagradas como un derecho, es para quien pueda pagar por ellas. Y eso deja fuera de participación inmediatamente al 60% de los habitantes, pues si no pagan no acceden. Es una situación injusta desde nuestra lógica, no en la visión mercantilista de ellos que crean la sensación de escasez para administrar su valor económico. Parece un modelo astuto pero a la larga este tipo de servicios esenciales termina por generar enormes brechas sociales, disconformidad, angustia, frustración, resentimiento y rabia colectiva.
—Efectivamente, necesitaremos un plan alternativo para llegar a todos, al 100% de los seres humanos —agregó el maestro—. ¿Tiene alguna propuesta?
—Sí, por supuesto —replicó Toh Miras—. Contamos con una solución que hace mucho tiempo no la usamos pues no hemos encontrado razas que la utilicen, pero ha funcionado a la perfección las veces que la hemos aplicado. Aquí le dicen televisión y utiliza un espectro donde podemos transmitir nuestra propia señal que es unidireccional y no requerimos retroalimentación. En nomenclatura local ellos utilizan una banda del espectro electromagnético entre los 470 y 790 megahercios, lo cual, según nuestros cálculos, es más que suficiente si estamos transmitiendo durante las 24 horas terrestres cada clase.
—Me alegro que hayan encontrado una solución. Bueno, el resto que está desconectado ya de todo lo resolveremos como de costumbre —añadió el maestro.
—Sí, maestro, como de costumbre.
Mor Aldor convocó a todos los representantes a un encuentro a puertas cerradas con el maestro Ten Akos. Ahí realizarían la actualización cerebral. El procedimiento no era la reprogramación de sus mentes y el condicionamiento. Muy por el contrario, se les incorporaba una programación especial para mejorar su receptividad y entendimiento de manera que pudiesen avanzar más rápido en las actividades de formación. Si la velocidad normal de entendimiento de los terrestres era de 100, al recibir esta mejora en su cerebro su procesamiento aumentaría hasta 10.000. Esto sólo podía durar unos días pues, como a toda máquina que se le exige más de su rendimiento natural, después del séptimo día comenzarían serias secuelas mentales.
Esta información se la comunicaron a los representantes de manera de incentivarlos a que se centraran en el propósito y no perdiesen el tiempo o huyesen con esta mejora cerebral para sacar provecho de ella.
Y así fue. Los 10 representantes se encontraban sentados con la cabeza levemente inclinada hacia atrás, con los ojos perdidos en el infinito, recibiendo la actualización de manos de Ten Akos. El proceso le tomaría entre 3 y 5 minutos, y ya lo había realizado miles de veces con pleno éxito. Si bien se trataba de una programación a nivel neuronal, la acción no interconectaba la red neuronal si no que influenciaba con información a un grupo determinado de ellas localizado en el área de Wernike, a cargo de la comprensión del lenguaje, ubicada en el lóbulo temporal izquierdo, en la primera circunvolución temporal posterior.
Ten Akos sabía exactamente dónde aplicar su magia. Lo que finalmente realizó fue una carga del conocimiento del lenguaje manejado por la Orden. Al finalizar la reprogramación cada representante quedaría en condiciones de formular la Teoría de la Relatividad General en unas semanas, lo que a Einstein le tomó diez años.
Esta vez disponían de días y no semanas, por lo que la eficacia era fundamental para trabajar con ellos los asuntos que debían poner sobre la mesa para que se pudiese implementar el plan global.
Al despertar los representantes quedaron pensativos unos segundos sentados en sus sillas. El sabio maestro les contó los planes mentalmente, que era la forma más efectiva porque hablar no les servía para los propósitos, demoraría horas. Ten Akos lo hacía usando el lenguaje de quinta dimensión que incorporaba multiescenarios de imágenes de video, sobre todas las ideas, consultas y pensamientos que se generaban en las conversaciones. La multidimensionalidad de los diálogos le permitió al equipo de la Orden avanzar por mil cada día. Así, en siete días sin parar, y para tener un dimensionamiento del impacto de lo entendido y aprendido, es como si cada uno hubiese estudiado en esos siete días ingeniería eléctrica, ingeniería aeroespacial y obtenido una maestría en astronomía, aprobando todo con honores.
La inducción estaba terminada. Cada integrante ahora debería cumplir su rol en los siguientes días para captar cómo llevar a cabo la transformación del planeta Tierra en los términos que la Orden aplicaba por igual en todo el universo. De esta forma, los terrestres se encaminarían a convertirse en una raza con una conciencia colectiva y unitaria, lo que les permitiría avanzar a la plena equidad, justicia, hermandad, y el respeto por todos y por todo.
El camino le tomaría a la Tierra entre cinco y diez años, debido al limitado desarrollo evolutivo que tenía. Su avance tecnológico despegó vertiginosamente a partir de los procesos de ingeniería reversa que hicieron de las naves que derribaron de la orden como en el caso de Roswell. Allí comenzó una carrera de todas las potencias mundiales por apoderarse de alguna de estas naves pues contenían avances de miles de años que aún la Tierra no podría disponer ni desarrollar. Pese a los procesos de investigación a que fueron sometidas las tecnologías extraterrestres, la capacidad del ser humano tan sólo pudo develar un 1% del total de tales tecnologías.
Los terrestres aún no estaban preparados para trabajar con tecnología evolucionada, pues se hallaba fuera de su comprensión y entendimiento. Por eso, el desarrollo de un nuevo lenguaje, como el que impulsaba la Orden, les alteraría lo cognitivo y refundaría su estructura cerebral, posibilitando la mente requerida para avanzar por el resto del aprendizaje pendiente que les faltaba.